La Libertad en la Isla de las Flores

Para vivir hay que soñar y tanta tramitología cambia de dirección los sueños. Los sueños se realizan con personas y con cosas y las cosas dan felicidad a la vida y las personas también. Para ser persona, aparentemente, hay que estudiar una carrera, graduarse y recibir un buen sueldo que te ayude a comprar cosas y a realizar sueños con las personas que amas. Los que te aman te esperan luego del trabajo sin importar si fue un buen o mal día. Todos los días te levantas y haces aparentemente lo mismo: el baño, la comida, la ropa, los gestos, las palabras, otra vez la comida y sigue el trabajo y la noche cargada de noticias para preocuparse de algo, hablar de lo que sea y dormir.

Somos pocos para dormir como duermen los gatos. Parece que se olvidaran de todo lo que pasa y duermen. Dormir es un ejercicio, aún no concebido como vicio, para desaparecer de este planeta. El planeta está lleno de personas que tratan de hacer la vida imposible a otros, incluso hay algunos que desaparecen otras vidas. La vida es un conjunto de actos que se realizan mientras otro conjunto de actos lo permite. Permitir es no negar la posibilidad a otro de hacer algo que quiere hacer.

Entonces, en uno de esos días parecidos a los demás, luego del trabajo, de la misma comida, de los mismos trámites que traen el vivir se enciende a computadora mientras resuenan las mismas palabras de los otros días y aparece la Isla de las Flores y es posible saber que hay otra persona en un lugar del mundo que quiere ser libre como YO.

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