
Esta mañana un marinero decidió saltar de su barco y abandonarlo en mi taza de café. Nadie sabe nada del marinero y el barco, por el calor y la cafeína terminó hundiéndose. En el puerto hay un aviso general de pánico porque todos los marineros ya no quieren navegar y se dejan morir encerrados en una taza con café caliente. En la mía fue un barquito de papel.
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